Definición:
En el parto natural los
protagonistas de la experiencia son la madre y el bebé, son ellos
los que marcan el ritmo del proceso y cuyas necesidades hay que respetar,
dejando que la Naturaleza siga su curso, sin disturbios ni intervenciones
innecesarias.
El parto en los Mamíferos:
El parto es un acontecimiento de la vida sexual
y dicho proceso transcurre de forma muy similar en todos los mamíferos,
incluidos nosotros, los humanos. La sexualidad es un todo: en todos
los episodios de la vida sexual son las mismas hormonas las que se producen
y el mismo escenario. Las hormonas responsables del proceso y algunas
de sus funciones conocidas son:
-oxitocina: produce las contracciones, la salida
de la placenta y promueve el comportamiento maternal. También
conocida como hormona del altruismo u hormona del amor por hallarse
presente en todas las manifestaciones de la vida amorosa: relaciones
sexuales, parto, lactancia, ...y se da un pico especialmente alto en
la hora que sigue al nacimiento.
-prolactina: productora de leche y también promueve el comportamiento
maternal.
-endorfinas: es un opiáceo que produce analgesia natural. En
el primer encuentro madre-bebé ambos se hallan impregnados en
altas cantidades de endorfinas, y como los opiáceos pueden producir
dependencia, este hecho puede contribuir a que no se separen o a que
pasen más tiempo juntos.
-adrenalina: endurece el cérvix. En todos los mamíferos
cuando se percibe alguna amenaza la secreción de adrenalina detiene
el proceso de parto si este se halla en sus comienzos (dilatación),
y lo acelera si este está a punto de finalizar (reflejo de expulsión).
Esta forma de funcionar permite la huida ante un depredador, un incendio,
o cualquier otra fuente de peligro. Inmediatamente después del
parto la adrenalina hace que tanto la madre como el bebé estén
alerta, se miren a los ojos con las pupilas dilatadas, ..., y que la
hembra tenga un comportamiento más agresivo hacia los extraños
para defender al bebé en caso necesario.
El parto en los Humanos:
A pesar de las diferencias con los otros mamíferos
que tanto nos gusta subrayar, llamándonos a nosotros mismos seres
racionales, el proceso de parto, en condiciones favorables es muy similar.
Veamos la razón de ello:
Nuestro cerebro está dividido en tres estructuras:
-cerebro racional: neocortex, corteza cerebral,
pensamiento abstracto, lenguaje, ...
-cerebro mamífero, instintivo o emocional: sistema límbico:
emociones, memoria,...
-cerebro reptiliano o paleocortex: bulbo raquídeo, centro del
cerebro: permite la supervivencia (respiración, ...)
El parto es una experiencia emocional que pertenece
a la esfera sexual, regulada por hormonas segregadas por el cerebro
instintivo o mamífero. El neocortex, nuestro cerebro racional,
no solo no cumple ninguna función importante en esos momentos,
sino que es necesario que no se active demasiado, ya que entonces inhibiría
el cerebro instintivo, alterando entonces la respuesta hormonal.
La experiencia del Parto Natural:
Así una mujer que va a parir necesita estar
en un lugar donde se sienta a gusto y segura. Esto es más fácil
si es un lugar conocido o con el que se ha familiarizado (mejor aun
si es el propio hogar, donde además las bacterias son conocidas,
reduciendo el riesgo de infección). Necesita también,
por las razones anteriormente expuestas, condiciones de intimidad: pocos
ruidos, poca luz, pocas personas (en las que ella sienta confianza,
que la apoyen, respeten y confíen en ella), tranquilidad (sin
prisas), ...
Aquí el papel de la partera es el de asistir,
es decir, estar disponible para cuando se la necesite, pasando lo más
inadvertida posible la mayor parte del tiempo. Ante cualquier procedimiento
la mujer es informada y es ella la que toma las decisiones, aunque es
preferible que la comadrona conozca de antemano los deseos de la madre
para evitar la interferencia del lenguaje (activador del neocortex).
La mayoría de las investigaciones apuntan hacia la hipótesis
de que es el bebé el que “decide” el momento en el
que va a nacer, y frecuentemente se subestima el trabajo que hace el
bebé para salir del claustro materno. Por eso es importante para
ambos que la mujer sienta que está acompañando al bebé
en su esfuerzo.
En el comienzo del parto, durante la dilatación,
la mujer ha de sentirse libre para moverse, cambiar de postura, ...
En estas condiciones, frecuentemente y de manera espontánea,
la mujer mueve la pelvis en círculos, balanceándose (facilitando
el encajamiento del bebé), respirando profundamente (lo que asegura
además grandes cantidades de oxígeno al bebé cuando
más lo necesita). También ha de sentirse libre para dejar
salir sus emociones (risa, llanto, enfado, miedo, ...) que irrumpen
con toda su intensidad. Esto es tan importante que en algunas culturas
las parteras animan a una mujer cuya dilatación se ha detenido
a expresar sus resentimientos ocultos para lograr que el proceso se
reanude.
El tan temido dolor puede mitigarse con movimiento,
masajes, calor seco, baños de agua caliente, apoyo emocional,
contacto corporal, el balanceo de una mecedora, ..., pero sobre todo
abandonándose. Durante toda esta fase de hecho lo más
importante es no ofrecer resistencia al trabajo que nuestro cuerpo está
realizando, dejarse llevar. En la medida en que podamos relajarnos,
las endorfinas vendrán en nuestra ayuda, llevándonos poco
a poco a ese estado de “trance” que tiene su culminación
en la coronación. Por supuesto es recomendable una preparación
adecuada, que contemple la dimensión emocional del parto, tratando
de reconectarnos con el instinto muchas veces perdido. Además
el grito libera, es expansivo y disminuye la contracción. También
la respiración profunda amplía la expansión.
Un apunte sobre el uso del agua en el parto. El
agua, además de relajar, favoreciendo la aparición en
escena de las endorfinas y por tanto calmando el dolor, ablanda los
tejidos con lo cual la dilatación suele acelerarse. Esto es así
sobre todo cuando ya se han pasado de los 5-6 cm, porque antes puede
detener el parto (aunque no siempre es así, de hecho en mi caso
ocurrió lo contrario). Para esto no son necesarias grandes instalaciones,
basta una bañera normal y corriente y agua del grifo, aunque
cuanto más grande será mayor la comodidad permitiendo
más libertad de movimiento.
En algunas ocasiones se puede producir una pausa entre la dilatación
y el momento en el que el bebé comienza a bajar por el canal
de parto, que la mujer puede aprovechar para descansar.
Cuando la dilatación es completa la mujer puede seguir moviéndose
entre contracción y contracción, o mantenerse en un lugar
de rodillas, en cuclillas, de pie, a cuatro patas, ..., aunque no es
necesario pensar sobre ello, el cuerpo sabe lo que es mejor en cada
caso. Cuando el bebé se halla cercano a la salida, la madre puede
ser testigo de la coronación si se le ayuda con un espejo o si
ella misma lo sostiene. Esto, además de producir una gran satisfacción
y alegría, permite ver el resultado del propio esfuerzo y comprobar
que todo va bien. En el caso más favorable (posición cefálica)
primero saldrá la cabeza, y después será el bebé
el que rote para sacar un hombro, luego el otro, y finalmente el resto
del cuerpo con ayuda de la siguiente contracción. Según
la postura en la que se encuentre la mujer en ese momento, ella misma
puede coger al bebé cuando salga o quienes le acompañan
pueden dárselo inmediatamente, aunque hay matronas que prefieren
“posar” al bebé hasta que sea la madre la que coja
a su hijo/a.
No hay palabras para describir el primer encuentro,
largamente esperado, entre una madre y su hijo/a. El bebé que
inicialmente no puede ver más allá de unos 20 cm (la distancia
que le separa de su madre cuando esta le amamanta) clava los ojos en
su madre en cuanto está lo suficientemente tranquilo y tiene
oportunidad. Para ello es necesario de nuevo recordar las condiciones
de intimidad: poco ruido, luz tenue, ... Ya que hasta ese momento todos
los estímulos le han llegado filtrados a través de su
madre, y necesita tiempo para adaptarse a su nuevo medio. La madre le
acaricia, le sonríe, le susurra, ...mientras poco a poco el va
habituándose a la respiración aérea (¡hay
tantas novedades de golpe!) y el cordón deja de latir. Este es
el momento de cortarlo y no antes.
Continuando con este encuentro diremos que nos hallamos ante el momento
privilegiado para el comienzo de la lactancia. En la primera hora tras
el parto es cuando el instinto de succión es más fuerte
y si no se aprovecha ese tiempo, dicha habilidad puede ir desapareciendo
progresivamente. En el comienzo el bebé no busca el pecho para
alimentarse, mama en busca de placer y para restablecer el contacto
con su madre. La unión a través del cordón umbilical
viene a ser sustituida de este modo por el contacto boca-pezón.
El bebé no puede tener hambre, ya que el cordón acaba
de cortarse (o aun no lo está), y aunque así fuese, el
calostro no podría calmar esa hambre, porque aunque contiene
una gran concentración de anticuerpos (muy importante de cara
al sistema inmunitario), no tiene apenas calorías.
Este comienzo temprano de la lactancia tiene otras ventajas además
del bienestar materno y de la criatura: reduce el riesgo de hemorragia,
facilita la expulsión de la placenta y promueve un fuerte vínculo
en la nueva pareja. También hace innecesarias muchísimas
pruebas: si el embarazo y el parto han transcurrido con normalidad y
si el bebé tiene buen aspecto, respira bien y mama correctamente
no hay razón para sospechar que exista alteración alguna,
y podemos dejar que siga disfrutando al lado de su madre mientras acontece
el alumbramiento de la placenta. De esta manera se siente seguro y mantiene
su temperatura. No es necesario bañarle, ni medirle.
Y después, según la hora y las apetencias, comer, dormir
(juntos, en la misma cama), o seguir conociéndose mutuamente.
Las mujeres que han vivido de una forma natural su parto y no son separadas
de su bebé tienen una rápida recuperación y no
sufren de depresión post-parto.
Hasta ahora no he mencionado al padre. Para él
también puede ser una experiencia muy enriquecedora que puede
fortalecer la relación con su pareja y su implicación
en el cuidado del hijo, a la vez que puede representar un importante
apoyo para la mujer. Pero para que esto sea así, el hombre también
ha de prepararse, porque también supone para él una experiencia
muy intensa cargada de emociones. En un parto así, el padre no
es un mero espectador y puede implicarse hasta donde la pareja lo desee:
masajeando, sosteniendo, acariciando, ...
PARTO HOSPITALARIO O MEDICALIZADO:
En los hospitales ya no
se asiste, en su lugar se interfiere constantemente en un proceso fisiológico
natural que insisten en tratar como una enfermedad. En general se usan
procedimientos que fueron desarrollados para situaciones críticas
(para la patología), y utilizados de esta manera indiscriminada
se convierten en perjudiciales para la madre y para el bebé.
De hecho la Organización Mundial de la Salud redactó una
serie de recomendaciones para paliar los efectos del abuso de la tecnología
y la consecuente deshumanización del parto (entre otros, el aumento
de cesáreas y de partos instrumentales). La mujer deja de ser
la protagonista de su parto, no tiene ni voz ni voto, y el protagonista
pasa a ser el médico que decide el ritmo del parto, según
protocolos estandarizados o propia conveniencia (cambio de turno, propio
cansancio, ...).
Cuando la mujer llega al hospital entra en
un lugar extraño para ella, en el que no se le dan demasiadas
explicaciones acerca de los procedimientos que allí se van a
llevar a cabo, y mucho menos de los riesgos potenciales que ello pueda
suponer. Esto puede generar miedo e inseguridad, liberando adrenalina
y endureciendo el cérvix (haciendo la dilatación más
dolorosa). Además al ingreso generalmente ha de responder a una
serie de preguntas o rellenar unos cuestionarios. El lenguaje es una
función del neocortex, y ya hemos visto como su activación
inhibe el cerebro mamífero, influyendo por tanto negativamente
en el proceso de parto. Otra circunstancia que activa el neocortex la
constituyen las potentes luces de las maternidades, ya que la vista
es el más intelectual de nuestros sentidos. También se
hace a la mujer un reconocimiento en el que no se permite la presencia
de la persona que viene a acompañarle. Esta actitud hacia el
padre se va a repetir muchas veces a lo largo del parto: cada vez que
se realiza un tacto, ... y lo que es más grave, ha de salir también
cuando las cosas se complican (cuando se utiliza un instrumental o se
realiza una cesárea), justo cuando más apoyo se necesita.
La conjunción de estas circunstancias hace que muchas mujeres
que en su casa han estado llevando muy bien su dilatación, comiencen
a sentirla como mucho más dolorosa tras el ingreso en el hospital.
En otros casos la ansiedad es tal, y el nivel de adrenalina tala alto
que la dilatación puede llegar incluso a detenerse.
Para continuar, otro de los procedimientos
de rutina en los hospitales es la amniotomía (ruptura de la bolsa).
La bolsa mientras permanece intacta protege al bebé de infecciones.
Además, aunque el porcentaje de casos no es muy alto y en la
mayoría la bolsa se rompe espontáneamente antes de los
8 cm de dilatación, el bebé puede recorrer el canal de
parto y nacer dentro de la bolsa, recibiendo por tanto en el trayecto
menos presión sobre la cabeza y reduciendo la posibilidad de
su moldeamiento y desalineación de los huesos craneales. Por
otro lado. romper la bolsa aumenta el riesgo de comprensión en
aquellos fetos que tienen el cordón alrededor de su cuello.
A las mujeres de parto
no se les permite comer ni beber y se les abre una vía, a través
de la cual en ocasiones se les administra suero glucosado.
En lugar de una auscultación intermitente se realiza una monitorización
que puede ser externa continua o interna. La primera de ellas se realiza
a través de las “correas” que se colocan a la parturienta,
y la segunda colocando un electrodo en la cabeza del bebé. Ambas
dificultan el movimiento (tan importante durante la dilatación),
reducen la intimidad (en un momento en el que se necesita no sentirse
observada, controlada), e incrementan el número de partos instrumentales
y cesáreas porque resulta demasiado fácil interpretar
como patológicas las variaciones normales del corazón
fetal. Estar conectada a un monitor contribuye a la deshumanización
del parto, ya que frecuentemente, tanto los profesionales como los acompañantes
tienden a mirar más a la máquina que a la mujer. Respecto
de la monitorización interna añadir que para realizarla
es imprescindible romper la bolsa y lesionar el cuero cabelludo del
bebé, incrementando el riesgo de infección para ambos.
La administración de oxitocina acelera e intensifica artificialmente
las contracciones, imponiendo un ritmo que no es el propio y haciendo
el parto más doloroso. Como para ello es necesario un gotero
se dificulta además la movilidad.
Se acostumbra a tumbar a la mujer incrementando
el dolor de espalda (especialmente en esos partos llamados “de
riñones”) y dificultando la circulación de la sangre,
ya que el útero presiona sobre los vasos retro peritoneales,
aorta y vena cava (ésta como tiene poca presión se aplasta
y disminuye de calibre). El aporte de oxígeno es muy importante
tanto para la madre como para el hijo ahora que ambos están haciendo
un gran esfuerzo, por lo que una mala circulación puede conllevar
diferentes complicaciones en la mujer (disnea, cianosis, colapso corporal,
sensación de muerte, y en circunstancias especiales, hasta la
muerte), y en el bebé constante sufrimiento fetal. En posición
erecta tenemos a la gravedad de nuestra parte, resultando el trabajo
del útero dos veces más eficaz para dilatar el cérvix.
Tumbada la dilatación es más lenta y existe más
probabilidad de complicaciones, en parte porque la presión que
el feto y la bolsa ejercen sobre el cérvix, es desviado a la
parte posterior del útero. El segundo estadío del parto
también se hace más largo en esta postura y nuevas complicaciones
vienen a añadirse:
- el canal del parto se transforma en una
curva hacia arriba, dificultando la salida del feto y su rotación.
- el canal del parto se estrecha, haciendo necesario más esfuerzo
por ambas partes y aumentando la frecuencia de lesiones (rupturas,
dislocaciones, ...)
- mucha fuerza se pierde (por ejemplo el potencial de la musculatura
de las piernas)
- con los pies en los estribos los desgarros son más frecuentes
y graves
Todos estos factores contribuyen a provocar mayores lesiones en el suelo
pélvico, más déficits funcionales y estructurales
en la vejiga, y a hacer que la cabeza fetal se encuentre apretada más
tiempo y con más fuerza . La postura de litotomía incrementa
la posibilidad de retención placentaria, y algunas de las maniobras
empleadas en esos casos incrementan el riesgo de rotura de la placenta,
y de hemorragias. Además en la manera en que se lleva a cabo
el parto, la mujer no puede ver nada de lo que está ocurriendo
en su propio cuerpo, pudiendo descentrarse o preocuparse sin motivo.
Otra de las prácticas
habituales cuestionadas por la O.M.S. es la episiotomía. En la
mayoría de las ocasiones el corte realizado es mayor que el posible
desgarro y exige una recuperación más larga y dolorosa,
con más molestias en posteriores relaciones sexuales (y reanudadas
más tardíamente). Si los puntos se infectan se complica
más la situación, aunque según datos de Cruces,
esto ocurre sólo en uno de cada diez casos (10%).
Además hay que
considerar no sólo el riesgo potencial de cada práctica
por separado, si no el hecho de que cada procedimiento, cuando es empleado
de forma innecesaria, pide otro, entrando en una espiral de la que es
difícil salir. Por ejemplo, la postura de litotomía puede
enlentecer la dilatación, con lo que hace más probable
la administración de oxitocina, y el dolor que este provoca puede
hacer necesaria una anestesia, que a su vez puede provocar fiebre, con
lo que administran un antibiótico y se aumenta la larga lista
de pruebas que sufrirá el recién nacido.
No estoy en contra de los hospitales ni del
uso de la tecnología, pero si de su abuso (ejemplo de la escayola).
Todo el tiempo me estoy refiriendo a partos normales (que lo son la
gran mayoría), pero en los que no lo son, el trato humano y el
apoyo emocional siguen siendo igual de importantes (rectifico, lo son
aun más) y la mujer debe ser informada de lo que ocurre y de
lo que se pretende hacer con ella y su bebé, dándole la
libertad de opción cuando ello es posible.
Cuando el bebé finalmente aparece, se encuentra con unas potentes
luces que le ciegan, con ruidos que le molestan y prisas, en lugar de
la calma y la seguridad que precisa en el primer encuentro con su madre.
Habitualmente se pinza y corta el cordón
inmediatamente, sin esperar a que deje de latir y sin dar tiempo a una
adaptación progresiva a la respiración pulmonar (peligro
de privación de oxígeno al cerebro). Además, la
sangre que llega durante el tiempo que el cordón permanece intacto,
proporciona un aporte extra de hierro que funciona como reserva el tiempo
que dura la lactancia.
Después se separa
al bebé de su madre durante un tiempo variable para bañarle
(quitándole la protección natural de su piel), medirle
(estirando su columna), pesarle y hacerle una serie de pruebas, variable
según el centro. Esta separación dificulta la expulsión
de la placenta (si la nueva pareja permanece unida la situación
emocional se acompaña por la liberación de oxitocina),
interfiere en la lactancia, aumenta el riesgo de depresión post-natal,
hace que el bebé se encuentre inseguro y hace necesario el uso
de una cuna térmica para que no pierdan calor. De cara a la prevención
estamos en un momento privilegiado a preservar: las hormonas relacionadas
con el instinto maternal desaparecen aproximadamente una hora después
del nacimiento. La madre que no sufre esa separación siente que
ese es su hijo y siente deseos de cuidarlo y de protegerlo, y es capaz
de reconocer su llanto y su olor al de unas pocas horas (también
el bebé es capaz de reconocer a su madre por el olor para entonces).
Sin embargo, cuando el bebé ha sido separado, es necesario decirle
quién es su hijo y la mujer ha de hacer un sobre-esfuerzo intelectual,
creérselo y ponerse a sí misma en el papel de madre (por
supuesto todo varía en función del tiempo se separación).
No quiero decir con esto que las hormonas presentes en la primera hora
de vida no vuelvan a aparecer, ya que vuelven a estar presentes durante
la lactancia y otras situaciones de intimidad y contacto especiales,
sino que el momento inmediatamente después del nacimiento es
privilegiado para el inicio del vinculo porque el pico hormonal que
se produce entonces es mas intenso que en otros momentos.
Los procedimientos a los
que se somete a un recién nacido son muchos, y aunque los hay
más agresivos (al menos aparentemente), voy a citar uno en concreto
por su importancia en el primer encuentro con su madre. Ya hemos comentado
la importancia de la mirada, sin embargo este hecho es totalmente ignorado
cuando se suministra unas gotas en los ojos del bebé, mermando
en grado diverso su capacidad visual, y entorpeciendo por tanto su comunicación
visual (no es de extrañar que muchas personas crean aun que los
bebés tardan varios días en abrir los ojos).
CONCLUSIONES. EL PARTO Y NUESTRA SOCIEDAD:
El parto natural supone respeto y confianza
en el cuerpo, en las mujeres y en la Naturaleza (en definitiva, en la
vida). Estas actitudes chocan abiertamente con el parto medicalizado
y los ideales en los que se entronca, que son también los de
la sociedad machista y patriarcal en la que vivimos: acento en la racionalidad,
fe ciega en la técnica (por la necesidad de control), necesidad
de jerarquías, desvalorización de lo emocional, corporal,
animal...(desprecio por la vida).
En el parto natural una mujer sana y su bebé comparten una de
las experiencias más intensas de su vida. El bebé sale
al mundo y su madre le acompaña en su camino y le acoge a su
llegada. En el parto hospitalario el intervencionismo médico
roba el protagonismo de ambos, tratando a la mujer como a una enferma
y sacando al bebé de su cuerpo.
El parto es un importante momento de transición
a preservar por su importancia en el inicio del vínculo madre-bebé,
y sus consecuencias para el desarrollo y la salud física, psíquica
y emocional a corto, medio y largo plazo. Esto es especialmente cierto
para el nuevo ser, pero también para la madre. La mujer que ha
podido disfrutar de la experiencia del parto natural sale satisfecha,
fortalecida y enriquecida como persona. Se siente capaz, con fuerzas
y ganas para abordar ese reto tan importante que supone la crianza.
Comienza su andadura por el camino de la maternidad mejor equipada,
con las hormonas de su parte y con una confianza en su hijo, al que
ha visto y sentido nacer, que le será de gran ayuda en muchísimos
momentos.
Sin embargo, aunque creo que el parto condiciona (como también
el embarazo), no creo que sea determinante. El ser humano es lo suficientemente
plástico para compensar un parto por terrible que este halla
sido y a ello pueden contribuir las experiencias posteriores (especialmente
durante los 6-7 primeros años de vida). A veces las cosas no
salen como nos hubieran gustado y empeoramos la situación culpabilizándonos.
En estos casos hay que hacer lo posible por sobreponerse, buscar ayuda
si es necesario y tratar de centrarse en la crianza (una lactancia satisfactoria,
por ejemplo, puede hacer mucho por mejorar la situación).
Tampoco cuando el parto ha sido maravilloso podemos quedarnos ahí.
El parto no es una panacea, es un paso, y no puede desvincularse de
la crianza posterior. No tiene mucho sentido hacer un parto natural
si a partir de ese momento vamos a desoír su llanto (“se
tiene que acostumbrar” suelen decir), ignorar su necesidad de
ser cogido en brazos, de contacto corporal, si pretendemos alimentarle
a golpe de reloj, ...Aquí es vital la coherencia.
Cita de Montserrat Catalá : “Realmente me parece importante
no cortar el cordón mientras lata para que inicie su respiración
tranquilamente, pero me preocupa igualmente las muchísimas veces
mas que les cortaremos las alas para que no vuelen más allá,
para que se ciñan a lo acordado, a lo establecido”.
SITUACIÓN ACTUAL. OPCIONES REALES:
Aquí las recomendaciones
de la O.M.S están muy lejos de cumplirse, y es Holanda el país
europeo que más las respeta. Más del 30% de las holandesas
paren en casa y es el propio estado el que sufraga los gastos (de hecho,
no cubre los gastos del hospital si el parto no es de riesgo). Los resultados
de esta política son las más bajas tasas de cesárea
y partos instrumentales acompañadas de las mejores estadísticas
de muerte perinatal.
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