La Prevención Infantil
responde a un enfoque Bio-Psico-Social de la salud, y abarca desde el
momento de la concepción hasta aproximadamente los 6 o 7 años
de vida, época de constitución global del carácter.
Este periodo reviste gran importancia, especialmente por dos razones:
- Por un lado hemos de tener en cuenta que ningún
otro animal nace tan inmaduro como el ser humano (no puede desplazarse
por si mismo, ni alimentarse sin ayuda, ...), de hecho desde diferentes
disciplinas se le considera, prácticamente durante todo el primer
año de vida, como un feto extra-útero. Esto supone, además
de un prolongado tiempo de dependencia natural para garantizar su salud
futura a nivel físico, psíquico y emocional, una gran
vulnerabilidad de esta primera época de la vida,
que se divide en dos periodos críticos: Periodo Crítico
Biofísico y Periodo Crítico Psíquico.
- Por otro lado muchas son las investigaciones en
diferentes campos (medicina, sicología, sociología, antropología,
...) que nos proporcionan datos acerca de la gran influencia que este
periodo inicial tiene de cara a la salud futura de cada individuo en
particular (a nivel físico, emocional y psíquico), y de
la sociedad de la que forma parte en general.
Hemos dicho que en la formación del carácter
diferenciamos dos periodos: Periodo Crítico Biofísico
y Periodo Crítico Psíquico. Precisamente el límite
entre ambos periodos lo marcan los dos años. La razón
de ello tiene que ver con nuestro cerebro y sus tres estructuras cerebrales:
El cerebro humano se divide en CEREBRO REPTILIANO, CEREBRO MAMíFERO
y NEOCORTEX
Reptiliano: Primitivo, heredado
de los primeros reptiles y peces. Centro del cerebro. Responsable del
conjunto de los mecanismos esteriotipados de supervivencia (alimentación,
cópula, lucha y huída). Sede del instinto.
Mamífero: Sistema límbico. Responsable
de la afectividad y la memoria
Neocortex: Corteza cerebral. Responsable del pensamiento
abstracto y del lenguaje
La vida de los bebés es regida por las dos
primeras estructuras cerebrales, ya que el proceso de mielinización,
que pone en conexión las neuronas, no finaliza hasta aproximadamente
los dos años de edad. Esto quiere decir que hasta ese momento
el neocortex no comienza su funcionamiento, y lo hace poco a poco. Esta
evolución se hace patente con la aparición del lenguaje
(pensamiento y lenguaje están estrechamente relacionados). Por
lo tanto tampoco hasta esa edad podemos hablar de defensas psíquicas
(y estas harán su aparición paulatinamente), y todo cuando
ocurra al bebé durante el Periodo Crítico Biofísico
influirá directamente a nivel físico, es decir, en su
propio cuerpo. Se trata entonces de un periodo de máxima vulnerabilidad.
Durante el Periodo Crítico Psíquico,
desde los dos años a los 6-/, los acontecimientos de importancia
irán conformando su carácter.
La puesta en funcionamiento del neocortex a lo largo del periodo crítico
psíquico posibilita la adquisición progresiva de nuevas
destrezas y capacidades (lenguaje, constancia objetal, …). producirse
cuando el niño está maduro para ejercerlo sin presiones.
Para controlar los esfínteres es importante tener conciencia,
que exista un funcionamiento del neocortex (2 años). También
supone un nivel mínimo de maduración y desarrollo de los
sist.s muscular y nervioso, además de un deseo de colaborar en
lo que de él solicita el grupo social. Ha de hacerse cuando expresan
el deseo de ser mayores. Si no se dan estas condiciones se logra “un
adiestramiento, una domesticación pasiva” Este entrenamiento
se lleva a cabo generalmente, antes de los dos años (es preferible
esperar un tres meses a partir de esa edad), cuando el esfínter
no está aun lo suficientemente maduro para ello . Así,
unas veces por miedo al castigo, y otras para lograr la aceptación
que tanto necesitan, los niños se ven obligados a contraer las
nalgas y el suelo pélvico para lograr la contención, pagando
un alto precio por ello. Es una situación que genera a su vez
mucha rabia, ya que las necesidades infantiles y el ritmo de maduración
propio de cada niño no son aquí tenidos en cuenta, siendo
sustituida la autorregulación por la adaptación al medio.
Durante esta etapa anal existe una curiosidad natural hacia las cacas
(como por cualquier otra cosa, y además es algo muy importante
porque sale del propio cuerpo). El tema está en cómo los
padres reciben esto (la mayoría dicen: “aj!! qué
Entre estas destrezas se encuentra el control de esfínteres,
que ha de asco!! Cómo huele!! vamos a tirarlo”) y si permiten
y/o condicionan dicha exploración.
Si el control de esfínteres no es problemático, sino espontáneo,
el niño pasa una corta etapa anal. ¿Qué quiere
decir esto? Desde la visión REICHIANA la sexualidad hace referencia
a todo aquello que da placer. La sexualidad es algo que forma parte
de nuestra dimensión humana, algo que está presente desde
el inicio de la vida (en la vida intrauterina el feto se mueve según
una dinámica de placer-displacer) hasta que morimos, sólo
que en diferentes momentos se vive y expresa de formas diversas. Según
REICH nos encontramos con la FASE ORAL hasta aproximadamente los 3 años
y a continuación con la FASE GENITAL hasta los
6-7 años. Para REICH existe también una
ETAPA ANAL. A diferencia de las fases mencionadas,
y siempre desde el punto de vista de la salud, esta etapa sería
mucho mas corta en el tiempo (dura solo unos pocos meses alrededor de
los dos años) y no cumple una función sexual propiamente
dicha dentro del desarrollo psicosexual (el ano es una zona erógena
pero no tiene por qué producir orgasmo, no cumple una función
de regulación energética aisladamente).
En la FASE ORAL el placer se encuentra localizado principalmente
alrededor de la boca, y vinculado especialmente a la lactancia. También
la boca es el medio empleado para explorar y aprender (los niños
se llevan todo a la boca, lo que les proporciona placer y nuevos conocimientos
al mismo tiempo), y sobre el que mas control tienen en el inicio de
la vida. Aunque tanto UNICEF, como la OMS
recomiendan un mínimo de dos años de lactancia, lo cierto
es que el destete a los 2 años suele ser complicado. Por un lado
esto se debe a que el destete vendría a sumarse a los otros muchos
cambios que en esta edad ya se están produciendo de forma natural,
por otro a que en esta se edad se produce una vuelta a la madre de la
que ya hablaremos mas adelante (etapa de reacercamiento), y por último
a que el placer oral sigue siendo a los 2 años una necesidad.
Es alrededor de los 3 años cuando la lactancia pasa de ser una
necesidad a un deseo, por lo que el destete se produce a partir de esta
edad mucho mas fácilmente. El desarrollo cortical permite además
en ese momento que el destete se algo pactado y no impuesto, con lo
que ello puede contribuir al desarrollo del niñ@.
En la medida en que realmente ha habido satisfacción oral basada
en una buena relación vincular con la madre y en una buena oralidad
(relacionada con el placer en la boca, a poder ser, de la lactancia
materna), la ETAPA ANAL dura apenas unos meses coincidiendo
con la adquisición del control de esfínteres. Para que
esto sea efectivamente así ha de haber habido un desarrollo saludable
previo donde el niño haya podido funcionar desde el ppio del
placer (ha tenido que haber desarrollo de la movilidad, expansión
en el grito, en el canto, placer oral). Cuando la situación no
ha sido favorable, especialmente si la rabia que ello produce no ha
podido ser expresada, el control de esfínteres puede complicarse
(estreñimientos, avances y retrocesos, …). Las emociones
son energía, y la energía ni se crea ni se destruye, y
si no salen, si no se expresan, pueden quedarse en el cuerpo a la espera
de un momento en el que puedan hacerlo, o pueden permanecer en el cuerpo
generando tensiones y síntomas. Así como con la oralidad
ha podido recibir represión por parte del exterior (“no
me muerdas”, “eso no se hace”, castigo), con las cacas
nadie, al menos directamente, le puede reprimir, porque va a depender
de él. Si un niño ha sentido rabia oral y no la ha podido
expresar, pues después usará por ello la analidad, y si
entonces tampoco le entienden, la cosa se va complicando. La rabia también
puede expresarse a través de las famosas “pataletas”,
de agresiones a otros (incluso a sí mismos en los casos mas graves),
…, pero lo importante es darse cuenta que esa rabia siempre obedece
una causa, y que ni las rabietas, ni ninguna otra manifestación
de la rabia forman parte de esta etapa de una forma natural.
Conforme va madurando el control y la consciencia
corporal de la cabeza a los pies a través, la energía
va también bajando, hasta que alrededor de los tres años
los genitales se convierten en la zona que mayor placer produce (a partir
del año aproximadamente el niño comienza a sentir sus
genitales de una forma rudimentaria). Aquí comienza la FASE
GENITAL, en la que aparecen la curiosidad sexual, el exhibicionismo
natural, la exploración del propio cuerpo y del de otros compañeros
de juego, ... Lo adecuado en esta época, y que de hecho se da
en otras muchas culturas, sería la masturbación libre,
las relaciones sexuales entre niñ@s, el contacto y el reconocimiento
corporal propio y de los otros, ... Sin embargo, cuando un niño/a
comienza a tocarse los genitales, las reacciones de su entorno más
cercano son de desaprobación que puede manifestarse de formas
muy diferentes (castigo físico, crítica, reacciones de
miedo, preocupación, insultos, intentos de distracción,
reprimendas, burla, gestos de enfado, de asco...), y a través
de ellas comienza a considerar esas sensaciones como algo “malo”,
“sucio” o “pecaminoso”. Como para el niño
la aprobación por parte de los adultos es vital, ya que depende
totalmente de ellos (a nivel físico, psicológico y emocional),
intentará renunciar a sus propias necesidades, usando diversas
maniobras para reprimirlas o atenuarlas: retener la respiración,
poner en tensión los músculos abdominales y, sobre todo,
los del suelo pélvico (el útero es un músculo poderoso)
y abductores (“músculo responsable de la virginidad”).
Así, durante los primeros años de vida, se produce un
bloqueo (especialmente diafragmático y pélvico), modificando
incluso la posición de la pelvis. Entre las importantes consecuencias
de este hecho se encuentran la disminución de la función
sexual, el dolor en el parto y, también con bastante frecuencia,
durante la menstruación (tan rígido y contraído
se encuentra ya el útero al llegar a la adolescencia, que hasta
la mínima apertura del cervix produce fuerte dolor).
La evolución en el funcionamiento cerebral
de la que hemos hablado al inicio, junto con otros que ocurren de forma
paralela (desarrollo psicomotor, sexual, …), hace que alrededor
de los 2 años se produzcan otros muchos cambios importantes en
la forma de pensar, sentir y comportarse. Muchos de ellos son descritos
por MAHLER, quien establece una serie de etapas evolutivas fundamentales
del proceso de individuación-separación, que permiten
entender los “avances“ y “retrocesos” del bebé
(frecuentemente malinterpretados por padres y educadores): son procesos,
el desarrollo no es lineal.
MAHLER
sitúa la ETAPA DE REACERCAMIENTO en el periodo
que va desde el inicio de la deambulación hasta aproximadamente
los 22 meses, y la llama así porque se caracteriza por una preocupación
aparentemente constante de conocer el paradero de la madre. El relativo
olvido de la presencia de la madre, característico de la etapa
anterior (ejercitación) es reemplazado por activos intentos de
aproximarse a ella. El bebé va adquiriendo conciencia de su separación,
haciendo experimentos de apartarse activamente de la madre para luego
volver a dirigirse hacia ella. A medida que el niñ@ coge conciencia
de su capacidad de apartarse de la madre (lo que le produce placer,
pero al mismo tiempo angustia) parece tener mayor necesidad y mayores
deseos de que ella comparta con él toda nueva adquisición
de experiencia y destreza (compartirlo todo con la madre tiene gran
importancia emocional para el niñ@). Ahora no acepta fácilmente
figuras sustitutas y menos cuando se trata de contacto físico.
Reemplaza la vocalización y el lenguaje preverbal gestual por
la comunicación verbal. Las palabras “yo” y “mío”
tienen gran carga afectiva.
En la siguiente etapa, que se da aproximadamente
de los 20-22 meses a los 30-36 meses, se produce el desarrollo de
COMPLEJAS FUNCIONES COGNITIVAS, que puede observarse en la
evolución de la comunicación verbal y de la fantasía
(juegos de imaginación, de representación de papeles,
…).
También conlleva una preparación a la constancia objetal
(ya no es necesario que el objeto esté constantemente presente
para que el niño sepa que sigue existiendo, puede interiorizarlo),
que será efectiva a partir de los tres años. Gracias a
ello la presencia continua de la madre ya no es imperativa., aunque
sí su accesibilidad (perdura la dependencia emocional). Así
pues se desarrolla una creciente capacidad para soportar separaciones,
así como para la demora de gratificación (posibilitado
por el desarrollo del sentido del tiempo). Aparece un creciente interés
por adultos diferentes de la madre, y hacia el final de este periodo,
por compañeros de juegos (generalmente antes de los 3 años
no existe el juego cooperativo, ya que los niños se tratan entre
sí como si fueran objetos los unos para los otros).
MAHLER nos habla también en esta etapa de una
gran resistencia a las exigencias de los adultos, y de una necesidad
y un deseo aún poco realista de autonomía. En este sentido
es importante darles la oportunidad de intentar alcanzar nuevos logros
(manejo de objetos, vestirse o calzarse, …), aunque nos pueda
parecer a priori que aun no son capaces de lograr lo que se proponen,
valorando sus avances.
Todo lo visto hasta ahora nos proporciona muchos
datos acerca de la inconveniencia de la escolarización temprana,
especialmente si esta se produce a los dos años, tal como ocurre
cada vez con mas frecuencia en nuestro entorno. La constancia objetal
aun no se ha desarrollado, por lo que siente las despedidas a la puerta
de la escuela como un abandono. El niño no está aun maduro
para separarse de su madre. Antes de los 2 años se observa zozobra
cuando su madre lo deja en la guardería, aunque su llanto no
dure mucho. Luego pueden mantenerse activos o pasivos, exigir constante
atención de la maestra (los bebés necesitan de atención
individualizada, lo que hace muy complicada la situación en un
aula en estas edades). Tampoco el niño está preparado
para relacionarse con sus iguales hasta cercanos los 3 años (hecho
que podemos comprobar en cualquier parque). El desarrollo social es
un producto de la maduración, no del aprendizaje, por lo que
juntar a un montón de niños que aun entre sí no
se consideran personas, sino objetos y competencia de cara a los juguetes
y la atención del adulto, trae consigo multitud de agresiones
que de otra forma no tendrían lugar.
El niño manifiesta su malestar y su ansiedad en el ingreso a
la guardería o la escuela a través de su llanto, intentando
impedir que su madre se vaya agarrándose a ella, … (generalmente
con muy poco éxito). En estos casos suele echarse la culpa a
la madre (que le transmite su ansiedad, que no sabe separarse, ...),
precisamente porque al rato deja de llorar. Las emociones de los bebés
son totales, es decir, cuanto les ocurre les invade (porque no hay mecanismos
de defensa), y cuando la situación pasa, ya ha pasado. No son
como nosotros que nos quedamos “rumiando”, ellos viven el
presente intensamente. Si nosotros tenemos un accidente, seguimos recordándolo
mucho tiempo después de ocurrido, mirándonos la herida,
pensando en lo que podía haber ocurrido, .. Un niño sano
cuando se cae llora y cuando pasa el dolor parece que ya nada hubiera
ocurrido.
Los niños forzados una y otra vez a quedarse con una persona
con la que aun no han desarrollado un vínculo tienes dos opciones:
resignarse o manifestar su rabia. Cuando los niños se resignan
(el famoso “acostumbrarse” que no es tal, ya que para haber
aceptación ha de haber maduración suficiente) se observa
desapego emocional, rehuyen la mirada, y frecuentemente muchos otros
síntomas que pasan inadvertidos o no se relacionan con el ingreso
al nuevo centro (diversas enfermedades, trastornos del sueño
y/o la alimentación, …). Cuando aparece la rabia suele
mostrarse como exigencia de proximidad para restablecer el vínculo.
Si la madre rechaza un comportamiento hostil por parte del niño
(el niño puede, por ejemplo, negarse a ir con su madre) que busca
restablecer el vínculo, las cosas se complican. El niño
con su hostilidad está poniendo a prueba si la madre es capaz
de tolerar su rabia y, por tanto, comprender su necesidad de no ausencia,
de no reincidir.
La rabia que frecuentemente se observa en los niños, como ya
hemos mencionado anteriormente, se debe a reacciones saludables que
cumplen una función, que si no se sabe leer, genera de nuevo
una cadena de desencuentros. La cólera en estas edades siempre
tiene la función del reencuentro.
Para concluir sólo decir que los dos años ya es un momento
lo suficientemente complicado como para añadir ninguna circunstancia
mas (nacimiento de un hermano, destete, escolarización,…).
Es prácticamente una primera adolescencia, y como la que acontecerá
mas adelante, pondrá en evidencia todos los temas pendientes
por resolver (emociones reprimidas, …), por lo que también
es una gran oportunidad para abordarlos en un momento además
en el que aun el carácter está en formación. Los
niños nos devuelven multiplicado todo cuanto les damos (amor,
rabia,…), por lo que también cualquier “mejora”
que realicemos en la crianza de nuestros hijos muestra sus frutos enseguida.